La misma muchachada, el mismo humor

 Por Lorena Papí.

Pataliebre. Tunante. ¡Qué pasa artista!, ¿qué marcha me llevas? ¡Internéeee! ¡Ahí va, qué chorrazo! ¡Gaaaaa-ñáaaaaan! Hueles a caldofrán. Que te huele la boca a perrete chico. ¡Ay, pájaro!

Si habláis este idioma, os gustará 'Museo Coconut' Es decir, en caso de que seais de esos incondicionales de 'La Hora Chanante' y 'Muchachada Nui'  que no os da por ver qué ponen en Neox, o que no os atrevéis con la serie porque no acabais de ver a Joaquín Reyes y su troupe en este nuevo formato.

Lo cierto es que la esencia es la misma. Cambian los personajes y la manera de ofrecer el producto. Pero en todo hay un reflejo de los anteriores trabajos de Joaquín Reyes, Ernesto Sevilla, Julián López, Raúl Cimas y Carlos Areces con la productora Hill Valey.

Con esta nueva serie, que en este mes de octubre estrenó su segunda temporada en Neox, siguen practicando el humor dadaísta y bizarro, la tontuná y el toque chanante, aunque con un cierto órden: es una sitcom, lejos del caos de sketches, doblajes que no coincidían, testimonios de famosos con acento manchego, secciones a veces demasiado surrealistas y animaciones con el que revolucionaron el humor y reunieron a toda una generación de fans.

Aunque en 'Museo Coconut' sigue habiendo un lugar para dar vida a los dibujos de Joaquín Reyes (como todos sabemos, Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Cuenca). Las aventuras de 'Maricón y Tontico' cuentan, como siempre, con el doblaje del único humorista capaz de hacer confesar a Karpov que Kasparov le hacía el fuck you, o de que Björk cambiara su "Violenty happy, because I love you" por "¿Dónde vas tunante? Que hueles a avinagrado".

La cabecera es un buen ejemplo de su modo de hacer. Hay una "madurez" audiovisual y en lugar de pepinillos en patinete o granjeros con arcoiris que salen de sus pantalones podemos ver una curradísima animación basada en ilustraciones de los personajes, pero también podemos verlos a todos ellos haciendo el payaso en segundo plano.

Las tramas se desarrollan en el Museo de arte contemporáneo, propiedad de Mss. Coconut (Carlos Areces en una "sutil" imitación de la Baronesa Thyssen, para más inri, con hijo pijo-tonto interpetado por Ernesto Sevilla). La serie aborda el mundo del arte moderno criticando el concepto de arte que algunos a veces se nos intenta vender, ridiculizándolo con exposiciones e instalaciones a cuál más absurda. 

El  director, Jaime Walter (Raúl Cimas), es un tío sin escrúpulos, capaz de robarle una silla a una anciana, con un oscuro pasado relacionado con un perro labrador, que le atormenta y le aboca a la bebida. Cree saberlo todo, pero en realidad es un snob que entró para sustituir al anterior director, de baja por su fobia a las palabras largas. Perdió su trabajo en el MOMA de Nueva York y vive para recuperarlo.

El resto de la muchachada se encarga de hacer las veces de personal del museo, a los que Jaime desprecia con su actitud clasista y su foulard, aunque en la escala de seres humanos él ocupe los bajos fondos. Vigilan el museo los guardias de seguridad: Onofre (un personaje que nació en 'Smonka' y que entonces ya interpretaba Joaquín Reyes) y Emilio, un Julián López con aspiraciones artísticas pero con un dudoso talento. Carlos Areces hace doblete e interpreta también a Rosario, el extravagante guía del museo, un tipo achaparrado, anticuado y abigotado.

Todo esto, como decíamos, no es más que la forma. En este caso, el medio no es el mensaje. El mensaje de Joquín Reyes y los suyos sigue siendo el mismo: el humor es cosa de tontunás. Aunque se les acusó de que las risas eran enlatadas (el propio Joaquín Reyes lo desmintió), lo cierto es que a la gente le hace gracia, aunque algunos no entiendan por qué.

Lo demuestra además el hecho de que este disparatado museo le dio a Neox el mejor dato de su historia (aunque ésta es breve):  un 4,3% de cuota de pantalla y 904.000 espectadores en el estreno de la primera temporada. Con la segunda, han demostrado que su público es fiel. Y los somos: Tampoco nos perdíamos ningún capítulo cuando había que bajárselos del emule, mucho antes de los tiempos de La 2. 

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