viernes, 3 de noviembre de 2006

El número UNO

(Vengo de lejos. Camino en línea recta. Me paro a la mitad y muy seria os digo):

Hola. Soy Dulce y tengo 18 años.

(Ahora doy mis perfiles: Izquierda, derecha y centro. Ahora debo contar hasta 3 en silencio. Pero yo prefiero contar tres veces seguidas el número 1, por si acaso me equivoco: Uno, uno y UNO. Ya. Ya puedo empezar a hablar)

Soy oligofrénica y ahora salgo cada semana en un programa de Cuatro que se llama Supermodelo 2006. Una de mis mayores virtudes y por la que superé los castings es mi limitada actividad cerebral. También me considero una chica de baja autoestima, de nulidad crítica, súper conformista y mega manejable.

Mi objetivo desede niña es ser TOP. Mi sueño desde los 3 años es que comercialicen con mi cuerpo. Si no me creéis, se lo podéis preguntar a mi madre, porque hay fotos. Siempre he deseado pasearme por pasarelas y ganar mucho dinero. Soy una de las concursantes del reality de los miércoles. Ese que busca la número uno de las supermodelos.

Ayer vivimos un momento muy bonito en el programa. Era el día de la semifinal y todas estábamos nerviosísimas. Nos explicaron en una de nuestras intensas clases una enseñanza que nunca olvidaré. Se trataba de cómo me tenía que comportar si es que alguna vez acudía a cenas con gente realmente importante y de dinero. Nos dieron tres indicaciones clave, aunque se me quedaron algunas preguntas entre el cerebro y la boca, y aún sigo con la duda.

1) Nunca decir lo que te apetece, sino lo que debes. Has de ser diplomática. Sonreír aunque no entiendas de lo que hablan y agachar la cabeza ante las peticiones.

(Cuando el profe explicó esto, se me olvidó preguntar si también había que agachar la cabeza cuando te pidieran una mamada).

2) Si tienes ganas de bostezar, has de disimular llevándote la servilleta a la boca.

(Aquí también se me olvidó preguntarle al profe si también hay que usar la servilleta después de hacer la mamada).

3) Nunca hables sobre ti o lo que te preocupa. A la gente no le interesa tu vida, ni tus opiniones, sino tu cuerpo.

(Este punto lo entendí perfectamente, total, ¿a quién le apetece hablar después de hacer una mamada?).

Esto es todo lo que hicimos en la semifinal, además de aprender a andar con un bolso colgado en el brazo que contenía un ladrillo. Era súper complicado, no sé si llegaron a verme en la prueba, pero yo tengo muchos problemas de equilibrio. Podría decirse que soy una gran desequilibrada. No lo tengan en cuenta para votarme, por favor (ahora estoy llorando).

Bueno, no les entretengo más. Espero que me voten al número que anoche acompañó a mi cuerpo. Gracias. Otro día contaré las cosas que sé sobre Rusia. Creo que eso nos lo van a enseñar durante esta semana.

Un beso (Guiño el ojo. Me giro y ando. Mientras me aplaudís yo sólo pienso en el número UNO).

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