viernes, 3 de marzo de 2006
Vamos a contar verdades... sobre OT
Todos conoceís la historia del autor del libro 'Ot La cara oculta', sobre todo tras la polémica que la pasada semana saltó a la luz:
Gestmusic demanda a un periodista por lo publicado en ELECTRODUENDE
Wayne Jamison, valiente y comprometido con la libertad de expresión, continúa contando la verdad sobre este hecho sin precedentes en la historia de nuestra democracia.
Colaboración especial de Wayne Jamison para ELECTRODUENDE
Historia de un secuestro (II)
(Continúa de 'Historia de un secuestro (I)')
En la vista del 18 de julio, cada parte defendió su postura con argumentos que serán resumidos más adelante. Uno de los momentos más esperados, al menos por nuestra parte, era el de las conclusiones del Ministerio Fiscal, quien acabó pronunciándose a favor de permitir la publicación del libro, entre otras razones porque consideraba que el secuestro de un libro es una medida que sólo debe adoptarse en casos extraordinarios, afirmando que éste no era uno de ellos.
Lógicamente, el representante de Gestmusic pidió que se mantuviese el secuestro y Joaquín Ruiz-Giménez, por su parte, que se levantase la medida cautelar. De todas formas, la decisión final correspondía al juez de la sala. Y éste dejó el caso visto para sentencia.
A partir de ese momento, tenía un plazo, creo recordar que de tres días, para pronunciarse y argumentar por escrito su resolución.
Mentiría si no reconociese que tanto la editora como nuestro abogado y yo mismo abandonamos las dependencias judiciales con optimismo, bastante convencidos de que el fallo nos resultaría favorable.
Sólo hubo un ‘detalle’ que nos impedía estar completamente seguros: en el momento de las conclusiones finales de la vista oral, el juez había concedido el último turno de palabra, antes del Ministerio Fiscal, al abogado de Gestmusic.
Teníamos entendido que ese ‘privilegio’ corresponde a la parte demandada, que, tal como consta en los diferentes autos, éramos Arcopress y Wayne Jamison. No sirvieron de nada las protestas del abogado de ¿la defensa?
Pero, en cualquier caso, la alegría y el optimismo apenas duraron 24 horas.
La sorpresa llegó al día siguiente, el martes 19 de julio. Yo ya había llegado a la localidad gaditana de Rota para pasar unas semanas de vacaciones cuando Concha Calleja me llamó por teléfono para comunicarme que habían recibido un fax del juzgado. En él, el juez reclamaba la identificación de la coautora del libro, que amparaba su anonimato bajo el pseudónimo Emilia Quintana. No me lo podía creer.
¿Cómo era posible que, después de la vista oral del día anterior y de que jamás, ni en dicha vista ni en las casi tres semanas que tanto el juez como Gestmusic hacía que disponían de una copia íntegra del trabajo, nadie nos preguntase por la identidad de la coautora ni nos instase a su identificación?
En la portada del libro, en su interior y hasta en la web de la editorial constaban claramente la existencia de una coautora anónima que firmaba con pseudónimo. El argumento del dictamen era que cabía dicha identificación, así como una dirección de contacto de la coautora, para que Gestmusic pudiese ejercer, si lo deseaba, su derecho a presentar una demanda también contra ella.
La situación se complicó de nuevo. El nombre real de Emilia Quintana es Patricia Mansilla, madre de Naím Thomas, concursante de la primera edición de Operación Triunfo.
Y resulta que llevaba desde mayo de 2004 viviendo en Estados Unidos, primero en Miami y después en Los Ángeles. La situación no dejaba de resultar especialmente incómoda, teniendo en cuenta que, en ese momento, la editora se encontraba en Barcelona, nuestro abogado en Madrid, Patricia Mansilla en Los Ángeles y yo en Rota. Así que no nos quedó más remedio que tomar decisiones a través de sucesivas y largas conversaciones telefónicas.
Estaba claro que la decisión final debía corresponder únicamente a la propia Patricia. Tras varios intentos, logramos contactar con ella y no dudó en acceder a su identificación, muy a su pesar, ya que era consciente de las consecuencias que ese paso podría acarrear.
Sin embargo, tampoco fue fácil completar los trámites necesarios para su identificación y, en consecuencia, su entrada como parte implicada en el proceso judicial.
Tuvo que tramitar unos poderes para su representación legal en el mencionado proceso. Sucede que dicha documentación debía convalidarse para ser aceptada en España. La fórmula habitual y más rápida en estos casos es hacerlo a través del consulado español correspondiente, pero resulta que el cónsul español en Los Ángeles estaba por aquellas fechas ya de vacaciones y nadie podía hacerlo en su lugar.
En definitiva, que los trámites se complicaron sobremanera y la madre de Naím Thomas tardó mucho en completarlos y en remitir la documentación correspondiente.Y, por si fuera poco, cuando los poderes ya estaban en manos del juez, éste pidió que fuesen traducidos al castellano, ya que habían sido remitidos en inglés.
Mientras esperábamos el envío de Patricia Mansilla, nuestro abogado, Joaquín Ruiz-Giménez, se opuso formalmente a este último requerimiento de Francesc Muñiz Menero.
Fue un escrito contundente, en el que criticaba con dureza la decisión y en algún momento hasta incluso la consideraba más propia de tiempos pretéritos. Esto no gustó al juez, que decidió ordenar la formación de ‘una pieza separada de corrección disciplinaria’ contra él.
Próximo post... Historia de un secuestro (III)
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