Aún recuerdo cuando los niños llegaba al teatro de Torrelodones a la grabación de aquel programa, ¡cómo lo pasaban! Aunque había de todo, alguno se dormía en su silla debido a las largas horas de grabación del programa. Juntó a niños de todas las edades.
El Conciertazo demostró que los programas infantiles también pueden ser educativos, y así se enseñó a los niños la música de los grandes clásicos. Un programa para disfrutar en directo, en televisión se hacía más cansino, pero se asentó como seña infantil de La 2 con programas especiales en fechas señaladas.
Los que defienden la ineficacia de una televisión pública deberían recordar espacios como el de Argenta. Ninguna televisión privada se habría atrevido a mantenerlo tanto tiempo en antena. El Conciertazo era un servicio público para niños y adultos, cumplía esa función que debe cumplir la tele: formar, informar y entretener. Nos ha dejado un hombre que nunca dejó de ser niño. Descanse en paz. Un clásico.
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