jueves, 15 de julio de 2010

Mayores bajo tierra




"La muerte en general es un tema que me fascina", dice Allan Ball, creador de la maravillosa A dos metros bajo Tierra.

El creativo está preparando 'All Signs Of Death', su nueva serie para la HBO, esa cadena que ha dado a la televisión el prestigio que en su día tuvo Hollywood.

Aún no he visto True Blood (última obra de Ball para el público), pero sí seguí con atención las aventuras de la familia Fisher en A dos metros bajo tierra (emitida por La 2 y actualmente descargable por numerosas páginas especializadas).

Hablar de 'A dos metros', aunque para algunos listillos sea una serie ya "antigua", es hablar de una creación contemporánea, una ficción claramente atemporal.

La belleza con la que están tejidos todos los personajes, los temas tan cercanos, divertidos y humanos, las secuencias tan bien iluminadas, planificadas, acabadas. El GUIÓN. Todo es arte en una serie tan viva como el tema en el que profundiza, la muerte.

Poco hemos copiado en España de este saber tratar temas que merezcan la pena con tan buen gusto. La falta de talento de los ejecutivos de turno, o los que dan el visto bueno a una serie, tan despiadados, tan preocupados por petrificar audiencia borrega, provoca que muchos "guionistas a sueldo" tengan que escribir basurilla mientras que por sus discos duros veneran grandes obras (A dos metros, Los Soprano, En Terapia)...

Pero tampoco los programadores desean estar a la altura. Es deprimente observar como una serie como 'A dos metros' es relegada a las madrugadas de La 2, o que una obra de arte como 'Los Soprano' no tenga ni un sólo hueco tras su paso por Canal Plus.

No sé en que está pensando Televisión Española, obligada a atender la demanda cultural de la nación, cuando programa Smalvilles o Mujeres Desesperadas y olvida que otras series mucho mayores, a la par que entretenidas, siguen bajo tierra aun pudiendo ser un exitazo. ¡Y de qué manera! Son ficciones que están haciendo revivir a millones de personas en todo el planeta, la mayoría jóvenes con acceso a la Red.

Los únicos sufridores que quedan en casa son nuestros mayores "más necesitados" que, inútiles para las nuevas tecnologías, tienen que tragar con esta televisión que los está matando. La caja tonta (o muy lista para ella) les pasa de vez en cuando películas como El Padrino, u otras atemporales, haciéndoles creer erroneamente que por televisión sólo se pueden vislumbrar obras de arte desenterrando el viejo cine.

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